El Palacio de Cristal, un lugar para realizar eventos, ubicado al inicio del Malecón de Guayaquil, en otros tiempos era el Mercado Sur. Ese cambio que atravesó el lugar lo convierte tal vez en el punto justo para pararse a pensar acerca de lo urbano y de la relación que cada uno mantiene con su ciudad, con esta ciudad. Y aquello ocurrió en Del mundanal ruido, una muestra de arte realizada en el marco de la segunda edición del Funka Fest, durante el 22 y el 23 de septiembre.
Curada por Rodolfo Kronfle Chambers, esta exposición reunió a 22 artistas que plantearon diversos enfoques acerca de la forma en que se vive la ciudad y el discurso de los trópicos; empezando por el grafiti que los artistas urbanos La Suerte y Apitatán pintaron en vivo en el lugar (una bonita —aunque normada— forma de incurrir en el in fraganti en una ciudad cuyas autoridades libraron con fuerza una batalla contra los que pintaban paredes); hasta ‘Brutalismo’, la instalación del brasileño Marlon de Azambuja, que creó una miniatura urbanística usando algunos de los materiales y las formas más frecuentes en la construcción en Guayaquil; pasando por ‘En negativo’, una propuesta de Gabriela Cabrera conformada por una serie de paisajes de cerros (como los que dominan la geografía en Guayaquil) que en realidad son siluetas de llaves, que cuestiona —o explica— ese encierro voluntario que eligen los ciudadanos para resguardarse de los peligros de la calle.
Todos estos artistas, desde sus diferentes lugares de origen, están hablando de una misma cosa: la construcción —física y simbólica— de una ciudad, un tema que aún necesita discutirse en Guayaquil.
Aunque la exposición Del mundanal ruido duró apenas dos días y ya no puede ser visitada, aquí la registramos, para darle valor al trabajo curatorial, la redacción del pequeño catálogo, el tiempo que emplearon los artistas en el montaje y todo el esfuerzo que implica armar una muestra en la que las obras dialogan entre sí.